jueves, 29 de enero de 2009

CHARCOS DE PALABRAS TRISTES


Llevo puestos los zapatos
de los días soleados
y los charcos
llenan mis ojos de lágrimas.

Este día inagotable
promete un cielo de nubes grises
y yo llevo puestos
los zapatos para los días de sol.

No se puede caminar
un día como hoy,
con el agua corriendo
bajo mis pies,
bajo esta tierra.

Tengo la boca vacía de palabras
alegres
y los zapatos llenos de charcos
de palabras tristes.

Los gatos encima de la tapia
esperan
la llegada del sol
para mirarse lánguidos
y desperezados
mientras pasa el tiempo,
que puede que nos traiga
algún momento cálido,
de palabra dulce,
de caricia suave.


Beatriz Lardón

viernes, 23 de enero de 2009

MIS AÑOS IRREPARABLES


Según mis contactos, es decir, mis padres, yo nací en un hospital de Tunuyán, un pueblo bastante grande de la ciudad de Mendoza, un día de invierno de 1993, un cuatro de agosto argentino.

Yo recuerdo haber crecido y vivido con mis padres en una casa gigante pegada a una bodega de vino, la hacienda Nahim. La casa tiene una fachada blanca, más blanca que la nieve, y unas cristaleras interminables, árboles verdes que tocaban las nubes, entre ellos mi árbol de laurel.

Vivimos solos mis padres y yo hasta mis dos años y pico. Fue entonces, un día de invierno de 1996, cuando mi madre faltó una mañana y yo me desperté en casa de mi abuela. Me levanté medio dormida, tambaleándome, fui hasta la cocina donde me encontré a mi liadísima abuela intentando preparar un biberón, que acabó achicharrado. Ese fue el día en que nació mi hermana.

Estos recuerdos forman parte de mí como la sangre, como el aire de mis pulmones. Estoy viendo en mi memoria a mi hermana cayéndose de una silla, veo la intensidad del violeta de su moretón.

Recuerdo, como si fuera hoy, las mañanas de frío izando la bandera. Puedo sentir el tubo helado que la sujetaba y la áspera cuerda que sujetaba y levantaba “aquella bandera celeste y blanca”. Me acuerdo, cuando recién llegaba la primavera mi madre me iba quitando jerséis, e iba apagando la chimenea: sin duda, lo mejor eran los tres meses que iba el abuelo a la casa. Eran sus mejores vacaciones, y las mías también. Puedo oírlo diciéndome “¡niña ven aquí!”

Era lo mejor, sentarme a su lado a ver el fútbol. Puedo ver a papá escuchando las noticias, puedo sentir la puerta, que se abría y lo dejaba ir a trabajar. Todavía siento aquellas lágrimas en mi cara que decían que yo quería irme con él.

Recuerdo como si me contara hoy las anécdotas mi padre. Me las sé como si las hubiera vivido yo. Y quizá no sepa explicar ni yo misma, mi entusiasmo por tonterías para los demás o mi ignorancia en cosas que, para los demás, son fundamentales. Es increíble que sea tan distinta a tanta gente de mi generación.

Sin duda lo que todos llegaron a sentir igual y diferente a la vez fue la emoción de un viaje a Europa. ¡La Europa! Y es que cuando escuche, y todavía puedo escucharlo, la comunicación de mis padres, sus labios decían a coro: “Este año no vendrán los abuelos, iremos nosotros”. Fue fantástico oír eso. A pesar del día en que me lo dijeron, pasaron años hasta que se realizó.

Menos mal, todavía recuerdo la visita de una muy fuerte con la que nadie puede, y si digo nadie, es nadie, ni la propia vida que siempre pierde. Quizá si ese viaje se hubiera adelantado, yo hubiera perdido días de compañía de un ser maravilloso, mi abuela.

Estoy ahora aquí, yo mi abuelo, y mis quince años. Aún recuerdo, sin llegar a comprenderlo, mi cara llena de lágrimas, mis cuerdas vocales vibrando como no lo habían hecho nunca, a la vez que una muchacha de corta edad repetía lo que ponía el cartel de su espalda, el televisor que había detrás de su espalda, el televisor casi en el techo ¡Cómo estaría de lejos del suelo que regreso allí ahora y veo que no he crecido! La mujer decía: “Pasajeros con destino a Chile, vayan embarcando por favor. ¡Rogamos puntualidad!” Y yo dejaba mi tierra, mi querida tierra… Esa que ahora en mi adolescencia me provoca una sonrisa.

Nunca le tuve miedo a nada, pero creo que ese nueve de marzo de 2004 le temía a mi propia sombra. Guardo en secreto mil travesuras, tengo en mi corazón cada truco para ser feliz, y ahora leo lo que escribo y pienso que ni el mejor mc`s haría que la frase que acabo de pensar (porque al fin y al cabo lo que escribo ahora es lo que pienso en este instante) no sonara cursi, pero aún así creo que esos trucos me servirán de mucho.

El aquí de hoy se llama España, la dulce y esperada España de mi madre, el país donde se encontraba gran parte de mi cultura, rara para los demás. España, donde me tratan como lo sienten no por mi gran apellido de bodegueros turcos en Argentina, sino porque mi persona, solo ella, es la que los impulsa a tratarme así.

¡Traviesas nubes de donde vendrán mis recuerdos! ¿De cuál vendréis?


Mercedes Nayibe Nahim Granados (4º ESO)

Posidonea oceánica



¿Qué es poesía dices mientras clavas en mi tu pupila azul?¡Qué es poesía! ¿y tú me lo preguntas?, poesía eres tú. Esto decía Bécquer, haciendo gala de la expresión breve aunque eficaz para expresar una emoción, un latido, un escalofrío, una sensación agradable, suave. ¿Qué es el amor?, más allá de lo que producen nuestros cuerpos, de la segregación de hormonas animales, se extiende una gama de colores que caen como el arco ris en la tierra en inconfundible detalles: detalles intencionados, miradas, sonrisas, abrazos, y mucha valentía. Es un sentimiento evolucionado que seguro nace en el neocórtex que traspasa los orígenes animales que ya Punset, en el Viaje al amor, libro que recomiendo, perfectamente analiza. Es una forma razonada y ecuánime producida por la simple suma de dos. Dos realidades comunes; un espacio, un tiempo, dos gustos comunes, sensaciones, dos, encontradas, deseos, dos también, dos y un nosotros, proyectados en un futuro y con un pasado y presente, presentes además. Dos almas, concepto que queda por investigar, que buscan fusionarse para evolucionar, transformarse y crecer en otra realidad, como esa planta que crecen en el Mediterráneo y que vulgarmente llamamos alga: la Posidonia oceánica. Vive en nuestras aguas, se alimenta y alimenta, sirve de barrera contra los temporales y cuando desaparece evoluciona en esas bolitas marrones que, algunas veces, encontramos en nuestras costas. Se unen hasta formar una especie de kiwi, juntas fusionadas en una nueva realidad.
mrc.

lunes, 19 de enero de 2009

OTRO CONCURSO


La Diputación de Almería convoca el III CONCURSO PROVINCIAL DE CUENTOS INTERCULTURALES. Con este concurso se pretende impulsar el desarrollo intercultural, fomentando la participación a partir de la creación literaria de un cuento. Los cuentos deberán versar sobre: el respeto a la diversidad cultural, los valores de la solidaridad, la tolerancia y la inserción social. Se valorará su originalidad y creatividad para transmitir mensajes hacia la sociedad intercultural, bajo el lema: "CUÉNTANOS TU SOLIDARIDAD".

Para mayor información, preguntad a vuestro profesor de lengua.

sábado, 17 de enero de 2009

HISTORIA DE UN LETRERO

Me lo acaban de pasar y quiero compartirlo con vosotros. Os aseguro que hace pensar...


viernes, 16 de enero de 2009

DESNUDOS MIS PIES SOBRE LA ARENA


Desnudos mis pies sobre la arena
la casi imperceptible brisa
lucha para mi deleite con la
tibieza del agua.
No muy lejos,
risas y palabras
de voces conocidas.
Podría tumbarme y mirar al
cielo sin estrellas,
lleno de esta luna blanca
que mengua y se mueve
jugando a hacer sombras
chinescas con nuestros cuerpos.
Podría llorar y reír al mismo
tiempo.
Las piedras me hacen cosquillas
en los pies
y el agua juega al despiste
entre mis dedos.
Alguien me llama y sé
que no hay en el mundo
nadie que pueda pronunciar
mi nombre
como lo hace cualquiera
de las siluetas que desde aquí
veo recortarse frente al fuego
encendido.
Nadie como ellos.
¿Cómo guardar este momento
en la cajita de mi memoria?
Si existe la felicidad
está aquí, en esta playa,
y lleva sus nombres.


Beatriz Lardón


CONCURSO DE RELATOS


La autoridad portuaria ha convocado un concurso internacional de microrrelatos dentro del programa de actividades del centenario del puerto de Almería. El plazo para la presentación de originales termina el día 23 de marzo de 2009. Los trabajos deberán versar sobre el puerto de Almería y el Mediterráneo.

domingo, 11 de enero de 2009

EL JUDÍO SAXOFONISTA


Si a cada soplido se sumase un aliento, todos conformarían un compás marcado a ritmo de jazz. Mientras las luces sombrean, detrás, un aullido armónico decora la sala cuando entramos, y un manojo de sensaciones se desdibujan en las manos del saxofonista joven que empuja sus dedos sobre las teclas dóciles de su saxo.


Entre el humo tenue de un cigarrillo mascado a través de muecas relajadas se abren las notas, un solo de saxo y una cerveza en un remoto lugar, entretienen al señor de barba que respira tragándose el humo y el compás.


Un día más detrás del fingido club de jazz la gente se coloca ordenada. Una mirada cómplice los acompaña a todos y derrama tiempo libre. Más música y tras el estruendo del saxo, emociones antiguas llegan hasta las bocas de los que se llenan del color musical para recordar tiempos pasados, un suspiro callado se oye en la parte de atrás y nadie mira, una mueca de pie, un brazo del amante que acaricia la piel suave del cuello de la amada, y más música.


Entre las palabras ya dichas, dos jóvenes se miran, jóvenes de tiempo medio con algo de historia hablan sin hablar. Para el saxofonista y cae la tensión. Primer descanso.

Vuelve a posar los labios sobre su saxo mientras alguien le mira, una mirada conocida y suave sabe de él, alguien lo espera al final, alguien que no se sorprende y que sólo admira. Otra mirada de chica suspira mientras el saxofonista paladea las notas, un swing y la pared como sujeción para la cabeza levemente inclinada de la chica del suspiro. Olvido, Segundo descanso.


Detrás al final del todo un hombre con apariencia mira a la chica suspirante y la desea en silencio. Un marido y una mujer que no paran de hablar y un casanova, don Juan de a pie y dolce gabana, también la mira, la miran sin que ella se deje ver. Notas para un final.


Mrc.

viernes, 2 de enero de 2009

SEVILLA A TRAVÉS DE MIS OJOS


Salgo a pasear.
Sin rumbo, no conozco esta ciudad.
Lo de menos es a dónde.
Sonrío. Sonrío desde que llegué aquí.
La gente me mira.
No estoy loca, estoy feliz.

Esta ciudad ruidosa me llena los sentidos.
El azahar fue fugaz
pero yo estaba aquí para sentirlo.
Giro sin previo aviso.
No importa dónde.
Aquí siempre hay alguien que te ayuda,
que te guía.
Qué suerte la mía.

He llegado al parque.
Nenúfares. Un regalo.
Me siento libre. ¿Vuelvo?
No, un poquito más.
¿Tendré otra sorpresa?

Ese camarero me ha arrancado una sonrisa.
Hasta luego, guapísima.
Otro regalo.
Hasta luego. Y sonrío.
La sonrisa me dura hasta el semáforo.

Ahí está el pájaro de nuevo.
No vuela, se queda ahí, en el suelo.
Me mira.

El abuelo en el autobús.
Me cuenta su vida en tres paradas.
Creo que el secreto está en sonreír.
Me gusta regalar sonrisas.
A algunos no les gustan
pero todos saben que no discutiré.

Palabras nuevas.
Calor y frío.
Verde, amarillo, violeta.
Pétalos en el suelo.
Alfombra callejera.
Sólo para mí.
Sabores nuevos. Bares.

Paseo nocturno por el río,
esta vez en barco.
El museo, la plaza, la espera.
Las procesiones. El ruido y el silencio.
Los perfumes.
La música. Las ganas de fiesta.
¿Una servesita?

Busco y encuentro.
No busco y ¡encuentro!
Una noche cualquiera.
Ojos verdes me hace reír.
Conmigo es fácil, pero consigue
que ría sin parar.
Otro regalo.

Gracias, Sevilla.


Sevilla, 27 de mayo de 2005

Beatriz Lardón