lunes, 29 de junio de 2009

EL DEL PRIMER AÑO (Apuntes para un guión cachondeográfico)


Advertencia previa: Todo parecido con la realidad es pura coincidencia.

Primer acto. A ver, repasemos. Septiembre de 2003. Un nuevo profesor llega a un nuevo instituto. ¿Y? Donde llegares, haz lo que vieres. Así lo lleva a la práctica, aunque confundiendo los términos y ejerciendo en muchas ocasiones de Hermana de la Santa Caridad. Si sobra el tiempo,… ¿por qué no aprovecharlo para opositar a los altares? Efectivamente, pronto los adoradores vienen con sus velitas… y sus promesas.

Segundo acto. El año pasa y termina en sorpresa morrocotuda. Se deshacen los caramelos en otras bocas y el protagonista -que no es tonto, aunque a veces lo parezca- comienza a moverse en la foto. La aureola se desvanece. ¡Qué corto es el sendero que va desde el cielo al infierno! Los caminos que ayer se deslizaban cuesta abajo hoy se vuelven cuesta arriba, las manos que antes sobraban ahora faltan, los elogios se convierten en críticas destructivas… y destructoras.

¡Quieto, le dijo el abuelo al nieto! ¿Qué ha pasado? Pues que los proyectos han mutado en iniciativas propias y las conversaciones son complicadas cuando del monólogo se pasa al diálogo. Por resumir mucho, merde!, que dijo el francés: Piensan, luego cuidado. (Lo siento, es que me gusta reventar las citas clásicas. Es una tradición que me viene de familia. Sabrán disculparme. Al fin y al cabo, no es uno de mis peores defectos.)

Tercer y cuarto acto. Más de lo mismo, aunque con sucesivas reediciones corregidas y aumentadas y pequeñas-grandes piedrecitas en el camino. El protagonista sobrevive porque, si no, se acaba la peli. Sin embargo, en el quinto año, lo tiene más jodido. El espectador necesita de un contrapunto dramático para divertirse. Naufragio. ¿Se muere? ¿No se muere? Al final no se muere. Gustan los happyends y, en el último momento, el barco no zozobra. Todo va ya apuntando hacia la heroica… ¿de Beethoven?

Sexto y último acto. Contra todo pronóstico, como en El Álamo, resistiremos sin deserciones cobardes. Los salvadores-amigos se multiplican como en el anuncio de los donnettes. “¡Qué pena, -piensa Bogart- que en Casablanca fueran tan difíciles de comprar!” Los altares del comienzo no han reaparecido, pero casi… Cambian los collares, aunque los perros son los mismos. "¡Ilusos!" dice Bogart mirando a la cámara.

Escena final: El prota ha aprendido la lección, se ha vuelto listo y, como sabe que las llaves del cortijo van a cambiar de manos, mira hacia otro lado. ¿Protagonismo? Ninguno. ¿Responsabilidades? Pasa la bola. ¿Preguntas? Que conteste otro. Imagina que ya no es el propietario del piso que compró, sino que lo ha traspasado y ahora está de alquiler... ¿y quién cuida lo ajeno como lo propio? Ahí está el quid de la cuestión. Salida por la puerta grande con un montón de amigos y una lección bien aprendida.

Fundido en negro y The End. Moraleja a gusto del consumidor, pero reflexionen si, verdaderamente, es el del primer año

Créditos y dedicatoria: A todos los alumnos, que entendisteis desde casi el primer momento de qué iba esta película sin hacer ni preguntas ni afirmaciones categóricas tontas.


Rafael Roblas

lunes, 22 de junio de 2009

Amor, ¿dónde estás?


Amor, ¿dónde estas? Cada minuto que pasa no dejo de pensar en ti, te necesito más que nunca, lo estoy pasando mal sin ti, ya no soy la misma de siempre, he cambiado y ya la vida no tiene sentido sin ti.

Te busco en cada rincón que voy, en cada sitio que voy. Es como si tu cara se reflejase en cada una de las personas que veo. Pensarás que estoy loca y sí, sí lo estoy. Loca porque no te puedo tener, loca porque no te puedo abrazar, loca porque no te puedo besar y, si no te tengo, estaré más loca de lo que estoy. Pero no me importaría estar más loca porque así, por lo menos, te puedo tener conmigo, aunque sólo sea en mi mente. A veces me pregunto por qué tuviste que entrar en mi corazón, por qué el destino nos unió y luego nos separó. Hubiese preferido que no nos hubiese unido, porque no estaría sufriendo lo que estoy sufriendo ahora al no tenerte.

Me has roto el corazón en mil pedazos y me costará reconstruir todas las piezas de mi corazón.

Mientras que tú me olvidaste, me echaste a un lado sin importarte lo que yo podía sentir por ti, sólo pensaste en ti, te daba igual todo lo demás. Pero yo seguiré intentando reconstruir mi corazón.

LIDIA GASPAR DONQUEM 3ºC

sábado, 20 de junio de 2009

AL AIRE DE JUNIO


Aunque soy consciente tanto de sus limitaciones literarias como de su longitud, procedo a colgar mi intervención en el acto de la puesta de Bandas del IES, vistas las peticiones recibidas.

Nuevamente, gracias por vuestro cariño y por hacerme sentir como en casa.
Nunca os olvidaré mientras viva.
Rafa


En esta tarde extraña de adiós y despedidas
regreso a mi nostalgia de niño sin recreo
y recuerdo las aguas que pasan bajo un puente
hacia el mar del olvido, sin mirar al pasado,
como aquellos vencejos que vuelan, en mi tierra,
en torno de una torre que Giralda se llama.
En la tarde de junio llegan a mis oídos
las voces de otro tiempo, cuando la primavera
florecía en los ojos y dejaba en el alma
una brisa marina que aún me quema por dentro.

El olor del salitre devuelve a mi memoria
exámenes, sonrisas, explicaciones, nervios
de controles finales, cuadernillos, distancias,
juntas de evaluaciones, suspensos, juegos, niños,
dieces, versos perdidos, ecuaciones, cuartillas,
cartabones, recreos, bromas, grupos flexibles,
teatros, marionetas, corazones pintados
en carpetas usadas, los ojos de una niña,
su primer beso, acaso, también la goma aquella
que borraba su nombre inaugurando olvidos…

Duele la luz ahora como duele ese nombre,
cuando tras los visillos del dorado poniente
aparecen, de pronto, Pepe y sus fotocopias,
Encarna y su ternura, Miguel y sus archivos,
María con Onetti, Lidia con sus tacones,
Ramón y su elegancia de elocuentes silencios,
Encarna y Sonia juntas -¿cómo no estar prendado
de este par de morenas que parecen siamesas?-
Presen, -le fille terrible-, Casasola y su chándal,
los Carlos de este claustro -que hasta doctores tiene
con la bata blanquísima de la tecnología-,
Yajaira y sus latines, Nany con sus ingleses,
Silvia y su dulce acento, Jose y su chupa negra,
Flor, entre tantas flores, Manoli con su gracia,
Gabriel con sus cacharros -tecnología punta
a prueba de internetes-, Buensu con sus intrigas,
nuestro rey don Juan Carlos con sus celtas e iberos,
Elena con un mapa y Alfonso con sus cosas.
Ana Rosa y Antonio, martillos y baquetas,
Sonia y sus ojos verdes que parecen del Betis,
el cariño de Inma, la sonrisa de Bea,
Miguel y la ironía cogidos de la mano,
María Terremoto con sus ganas de vida,
Gabriel con su templanza, Roberto con su Atlethic,
Jose y sus matemáticas pasando la mañana
y hasta un hermano tuno que José Ignacio llamo.
Al fondo, en una esquina, don Francisco Montoya
gambetea un infarto entre un grupo de alumnos
que encabezan Delfina, María, Fran y Gema.
Y detrás van Amparo, Carmen, Gonzalo e Isa
como una procesión que acabara en el patio.
Lina y sus arzobispos se acercan, confidentes,
a su amiga María e Irene pespuntea
un modelo imposible para vestir la luna.
Hamza ha resucitado Las mil y una noches,
cuando María Dolores me traduce poemas
de Byron y de Shelley, de Shakespeare y de Elliot.
Manolo Pérez dicta supuestos grafológicos,
Pedro I el Bueno, pasa con don Alberto
trasegando partículas de matriz a matriz,
mientras Luisa guiña un ojo de advertencia.
Conchita e Ingrid vienen con niños en los brazos,
y don Pedro, el Cruel, ahorra los denarios
para fundir cañones en su laboratorio…

Todo esto ya es recuerdo que en el alma se incendia
-atrás quedan pasillos, aulas y patios muertos-
las sombras se proyectan y hay fantasmas flotando
sobre todas las cosas que me llevo conmigo.
Sin embargo aún hay fuego para una despedida
que no entiende palabras sino manos abiertas.
Hacia vuestra inocencia hoy dirijo mis ojos
y reclamo un refugio para mis quince años.
¿Sabéis? Como vosotros yo amé la primavera
y creí que la vida iba a tenerme siempre
eternamente suyo, inmortal al olvido,
pero las horas corren y palidece el alma …

Mas ayer comprendí que no hay más dios que el tiempo
pasando por encima de la risa de un niño,
por eso, en este instante quisiera detenerme
en vuestros corazones y allí dejar el ancla
de un quince de septiembre –huele a nueva la clase -
y de nuevo sentir que entráis en mi memoria
con la ilusión intacta de las cosas eternas.
Sentados en las mesas atendéis mis palabras
con caras expectantes y algún que otro bostezo.
El espejo retiene vuestros ojos de asombro
y devuelve una imagen que traspasa las horas.

Me llevo de vosotros una risa, unos versos:
Cuando se fue el maestro, me dijo la mañana…”,
un periódico, muchas clases que no eran clases
donde hablamos de todo, incluso de poemas.
Ya viene en mi maleta una cita de Borges,
un malevaje, un tango y la cancha de Boca,
una pluma y un boli que no cambio por cuevas
repletas de esmeraldas, topacios y rubíes,
mil bromas y mil coñas, también algún enfado,
Montesinos, las dudas, “¿Qué entra en el examen?”,
los párpados cerrados cuando el sueño los vence
después de trasnochar viendo tele basura,
la vagancia de algunos, el esfuerzo de otros,
la escondida sonrisa de aquellos que se callan,
la seriedad, los verbos, los ceceos, las prizas,
el tuenti, , la sorpresa de la última clase,
una charla de fútbol: “Ya sabes que, si el Betis
te ficha, me tendrás que dar tu camiseta
”,
un tropezón -¡cuidado!- con la mesa, ¡qué susto!
Maestro, ¿se ha hecho daño?”No, no es nada, tranquilos”,
la constancia, la lucha, el trabajo bien hecho,
una caricatura, los libros, los grafitis,
la prudencia, las broncas del jefe del colegio,
¿El Día del pimiento?, más talleres, murales,
un ataque de piedra en pleno don Quijote
y un ratón dando vueltas por las prefabricadas.

Atrás queda segundo, ¿recordáis ese miedo?,
Nos ha tocado Rafa, ¡qué mala leche tiene!”,
encuentros de poesía, “Hoy viene Félix Grande,
Paca Aguirre y hombre que escribe sobre fútbol
”,
la lluvia en el otoño, los fríos en invierno,
moscas por primavera del tamaño de un toro,
esos calefactores que no funcionan nunca,
un abrigo en la clase y un nudo de corbata
-he dicho nudo ahora, no seáis mal pensados-,
un frustrado viaje en el que Federico
se quedó sin un verso y un ramo de violetas
que quisimos dejarle en su lecho de Víznar,…

Tantos y tantos ratos que vienen a mis ojos
en esta tarde -¿triste?- de tempranas calores.
No son de adiós las lágrimas que humedecen la tierra
sino de agradecido niño que vuelve a casa
a recoger la dicha que gozara algún día.
Fui feliz con vosotros. La nostalgia me llevo
en esta retahíla de alejandrinos blancos.
No sé cómo deciros que el tiempo ya ha pasado
y agita su pañuelo sobre nuestras cabezas.
La eternidad es sólo una luz que se apaga
y el tic tac del reloj una muerte implacable.

Quede aquí un hasta luego. Muchas gracias amigos,
conmigo vais por siempre. Nunca podré olvidaros.
Y porque nadie diga que el aire trianero
no mece este discurso deslavazado y torpe
termino en soleá lo que a deciros vine:

Se llamaba Rafael
y se quedó con vosotros
porque de aquí no se fue.


Os quiero, niños míos.

domingo, 14 de junio de 2009

VIVA ER BETIS MANQUE PIERDA

Pues esta entrada me la dedico a mí mismo y a todos aquellos que me preguntáis porqué sigo siendo bético si hemos bajado a segunda.
Haze os responde por mí.
Rafael.