viernes, 24 de abril de 2009

ESTO ES AMOR; QUIEN LO PROBÓ LO SABE...


Te marchas y la dejas sola, con este sufrimiento que la está matando por todo su ser. Ya no es la misma de siempre, la has cambiado por completo. Ya no ve la vida como antes.

Es increíble cómo alguien te puede cambiar la vida en un segundo. Te deja destrozada, hecha polvo, sin ganas de vivir, mientras que él vive la vida como si nada hubiese pasado, mientras que tú lloras por él. Lloras cuando lo ves pasar, lloras cuando no estás con él, lloras porque no puedes olvidar sus besos, lloras porque no lo puedes abrazar, lloras por verlo con otra, lloras porque ya estás acostumbrada a llorar por él, lloras porque no lo puedes olvidar, lloras porque tu corazón no se puede reconstruir …

Llora, llora, llora y llora, que después te vendrá a consolar y a decirte que te ama con locura, que eres su razón de vivir, que cuando te ve pasar le llenas todo su ser… Entonces, dejarás de sufrir, comenzarás a ver la vida de otro color y sonreirás a la vida, al sol, a la luna y a todo lo que te rodea.


Lidia Garpar Donquem (3º ESO)

miércoles, 22 de abril de 2009

FELICITACIÓN A UN AMIGO


Mañana, día 23 de abril, es el santo de mi amigo "El Libro", a quien tanto debo. Sirvan estas palabras del maestro Borges para desearle mis más merecidas felicidades...


Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. A lo largo de la historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre que los usa. Ha creado el libro, que es una extensión secular de su imaginación y de su memoria.


A partir de los Vedas y de las Biblias, hemos acogido la noción de libros sagrados. En cierto modo, todo libro lo es. En las páginas iniciales del Quijote, Cervantes dejó escrito que solía recoger cualquier pedazo de papel impreso que encontraba en la calle. Cualquier papel que encierra una palabra es el mensaje que un espíritu humano manda a otro espíritu.


Ahora, como siempre, el inestable y precioso mundo puede perderse. Sólo pueden salvarlo los libros, que son la mejor memoria de nuestra especie.


Hugo escribió que toda biblioteca es un acto de fe; Emerson, que es un gabinete donde se guardan los mejores pensamientos de los mejores; Carlyle, que la mejor Universidad de nuestra época la forma una serie de libros. Al sajón y al escandinavo les maravillaron tanto las letras que les dieron el nombre de “runas”, es decir, de misterios, de cuchicheos.


Pese a mis reiterados viajes, soy un modesto Alonso Quijano que no se ha atrevido a ser Don Quijote y que sigue tejiendo y destejiendo las mismas fábulas antiguas. No sé si hay otra vida; si hay otra, deseo que me esperen en su recinto los libros que he leído bajo la luna con las mismas cubiertas y las mismas ilustraciones, quizá con las mismas erratas, y los que me depara aún el futuro.


JORGE LUIS BORGES

sábado, 18 de abril de 2009

MI TRAVESURA


La travesura que voy a contaros hoy es una travesura, sí, pero también un acto de venganza… toda la que puede contener en su interior un renacuajo de diez u once años.

Venganza porque, un día, algún gracioso me cogió prestada mi goma Milán. No era italiana, no tenía diamantes propios del glamour de esa bella ciudad,… pero era mi goma Milán, roja, colorada… no era la goma del que la cogió,… y esa acción me enojó de tal modo que estuve bastante tiempo preparando una acción de venganza. Bueno, bastante tiempo llamémosle a diez minutos. Pero muy intensos y movidos.

Así, mi acto rebelde fue llegar cinco minutos antes a clase de Miguel Ángel. No llegué cinco minutos antes para prepararme la clase, no llegué cinco minutos antes para ponerme en primera fila, en definitiva, no llegué cinco minutos antes con buenas intenciones: llegué cinco minutos antes para apropiarme indebidamente de todas las gomas allí presentes, fueran de los posibles culpables o no, que eso me daba igual en aquellos momentos… Y así las escondí todas: las usadas y las nuevas, las grandes y las pequeñas,… ¡todas!

Pensé que así, cuando el culpable viera que le habían cogido también su goma, sacaría la mía como plan B. Pero, para mi desgracia, allí no hubo ni plan B, ni C, ni Y. Lo que pasó fue que se levantaron todos -y no contra mí, ya que no sabían nada- sino diciendo todos al unísono: “¿Y mi goma?”.

Yo no me reí. Estaba más pendiente de ver quién sacaba mi goma o, en su defecto, de quién era el que menos se exaltaba y estaba más callado. Pero no saltó nadie y mi travesura quedó en balde para todos, porque no recuperé mi goma,… sin embargo las demás pueden aún estar bajo ese gran armario del San Ignacio.


Sergio Herrera Escobar (4º ESO)

martes, 7 de abril de 2009

SEMANA SANTA


Arde Dios en la llama de los cirios…
Aúllan los pecados capitales
siete sílabas mudas.
Misteriosos merlines exorcizan
diablos por las torres.


(Abel Infanzón)