martes, 30 de diciembre de 2008

HAIKÚ PARA DESPEDIR EL AÑO


El mar besa la playa.
Un lejano rumor llega y florece
en mi alma.
Naufrago.
El año se diluye en el recuerdo
de aquel atardecer.
Vuelvo a la vida.

(J. Mantecón del Palacio)
LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE BLOG OS DESEA A TODOS
UN EXCELENTE AÑO 2009

martes, 23 de diciembre de 2008

VILLANCICO DE NOCHEPENA


Villancicos de mi tierra.
Panderetas y zambombas
que anuncian la Nochebuena.

¿Que ha llegado Navidad?
El viento de la nostalgia
siembra de escarcha el portal.

¡Villancicos de mi tierra,
voces lejanas de un pueblo
para acunarme la pena!

Abel Infanzón.


¡LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE BLOG OS DESEA UNA FELIZ NOCHEBUENA A TODOS!

miércoles, 17 de diciembre de 2008

¿QUIÉN VISTE A LOS MUERTOS?...



¿Quién viste a los muertos?
¿Quién les pone los zapatos
para dar su último paseo?

¿Quién cierra los ojos de los cuerpos
que se han quedado sin alma?
¿Quién cubre sus rostros?

¿Quién mete la llave en el ataúd
por si pudieran escapar de su encierro?
¿Quién enciende las velas y reza una oración?
¿Quién escribe las fechas sobre sus lápidas?

¿Quién mira al cielo
buscando la estrella más brillante,
que diga que están ahí,
que nos miran?

¿Quién escucha los lamentos de las viudas,
que gritan sus nombres,
que los llaman,
que les reprochan su marcha?

¿Quién soporta los amaneceres sin los muertos
que un día estuvieron vivos?

¿Quién miente a los niños?
¿Quién les habla de sus padres muertos?

¿Quién aguanta el peso de los cuerpos
de los padres sin hijos?
¿Quién sostiene la mano de las madres
de los hijos muertos?

¿Quién seca las lágrimas de los vivos que lloran a sus muertos?

Beatriz Lardón
Berja, 31-12-2005

LA CARA Y LA CRUZ DE LA NAVIDAD

LOS EFECTOS DE LA NAVIDAD

Dicen que todas las estaciones tienen su encanto pero, cuando me observo corriendo apretadamente por las calles a la caza del regalo más significativo, entrañable o incluso raro, cuando buscamos manifestaciones de afecto entre copas excesivas y reuniones forzadas, o evocamos una felicidad de centro comercial mientras descansamos nuestra fatiga. Cuando los Reyes Magos desaparecen y ceden paso a la carta de compra de El Corte Inglés, y las reuniones familiares se suceden en interminables colas de espera para comer en comedores o comederos, según se mire, de moda o renombre. Y el vino lleva carta de presentación y el cava se estrella en infinidad de sabores que te abofetean la cara según los spots publicitarios (perdonad el spaglish), o los amantes se rozan borrachos por el elixir perfumado de las marcas de lujo. Sólo entonces, recuerdo los cantos navideños, los villancicos con mis abuelos y el sonido machacón pero dulce de la botella de anís vacía y el fuego cálido que me devuelve una imagen lejana, gastada y mohosa de un ayer que, a veces, se nos olvida.
María Ruiz Calvente
LOS AFECTOS DE LA NAVIDAD

No me considero una incondicional de la Navidad, y no me gusta el cariz consumista que ha alcanzado esta fiesta, pero me gustaría decir algo a su favor. Yo soy la típica del “esta semana lo llamo o la llamo y nos ponemos al día”, o “sí, luego le mandaré un email”, o “mañana le mandaré un sms para ver cómo está”… Y el tiempo pasa y no lo hago, no porque no quiera, sino porque lo voy dejando. La Navidad para mí es el momento en el que consigo sentarme y escribir un montón de felicitaciones de Navidad, porque yo soy de las de antes, de las de sobre y sello, nada de reenviar mensajes sacados de Internet. Es el momento en el que vuelve a decirle a la gente “me acuerdo un montón de ti” o “te echo de menos”. Sí, ya sé que podría hacerlo en cualquier momento, ¡pero no lo hago! Y la Navidad me da ese empujón que necesito para retomar el contacto con la gente que quiero.

Además, ¿qué sería de nosotros sin esos arrebatos de sinceridad que nos dan con unas copitas de vino después de la cena de empresa? ¿Qué sería de nuestro día a día sin ese “me caes bien” que huele a whisky del compañero con el que aún no te había dado tiempo a hablar? ¿Qué sería de aquellos a los que nos gustan los abrazos, sin ese abrazo de despedida a los rezagados de la fiesta navideña?

Lo admitamos o no todos necesitamos ese contacto físico, ese sentirnos queridos y si la Navidad sirve para abrirnos un poco el alma pues, bendita sea.

Beatriz Lardón

viernes, 12 de diciembre de 2008

MAESTRO


Hago míos los siguientes párrafos del desconocidísimo opúsculo machadiano Nuevas prosas apócrifas del anciano Juan de Mairena para dedicárselos a todos aquellos alumnos que pasaron o continúan pasando aún por mis manos:

Y dijo entonces Juan de Mairena, ajustándose el traje cruzado y negro:

Maestro es una de las palabras más bellas de nuestro idioma. Y la que más me emociona escuchar. Ser maestro supone haber dejado una marca en el camino, convertirse en inmortal con la seguridad de que tu llama seguirá ardiendo en otra persona cuando toque hacer mutis por el foro.

Por eso, cuando aquel día me abrazaste -lágrimas a flor de piel- y me llamaste maestro, comprende que también saliera llorando: en el brillo de tus ojos desfilaban todos los discípulos pasados y futuros de mi vida.

En ese momento, diste de nuevo sentido a mi existencia...

viernes, 5 de diciembre de 2008

EVERYBODY COMES TO RICK'S



En Casablanca todos quieren ir al Café de Rick… pero pocos se quedan. Los clientes conforman una galería de rostros confusos. Caras difuminadas con risas, llantos, fingimientos, muecas histriónicas, ilusiones negras, nada.

Y manos, muchas manos que se agitan en todas las direcciones: hacia la lluvia, hacia el sol, hacia las nubes, hacia el suelo, hacia el muro, hacia el barro. Sobre las mesas, las tazas humean un aguachirle caliente que todos beben. Aunque lo odian desde antes de nacer.

Todos quieren ir al Café de Rick. Es curioso. Al cabo de los años, pocos permanecen. Sam toca el piano: Play it again. En un rincón, cínico y huidizo, se encuentra Rick Blaine. Una niebla de mediocridad saluda la mañana. Nuevamente el local se abre y nadie comprende su sonrisa.

A lo mejor porque sabe que sólo él tiene en su bolsillo el pasaporte para volar a París algún día.

José Mantecón del Palacio.

Trazos mojados.


Una gota cae desinteresada y ciega, chorrea por el cristal y se agarra a él para no desmoronarse en pedazos. Escala, se tambalea, se sujeta, se erosiona y se hace flexible mientras va dejando tras de ella restos de sí misma, pequeños trazos mojados. Camina lenta hacia el final de la ventana mientras ve su rastro recto, quieto, mojado y suave. Muere tras un segundo, sólo uno, después de tocar el polvo seco de la ventana.
Mrc

jueves, 4 de diciembre de 2008

LA CANCIÓN DEL PIRATA

Quizás a mis queridos alumnos de cuarto les suene algo... :)

Va por vosotros especialmente... ;)


Tierra Santa