lunes, 25 de mayo de 2009

... Y CUANDO FALTAN LAS PALABRAS


…las miradas lo dicen todo.

Lo que más me impactó cuando llegué a Estambul no fue la Mezquita Azul, ni Santa Sofía, ni el Gran Bazar, ni el Bazar de las Especias, no, no fue un lugar. Lo que más me impactó fue la mirada de la gente.

Al principio, la mirada de los turcos me intimidaba. Te miran directamente a los ojos y te atrapan. Yo era incapaz de mantenerles la mirada, por pudor, o por convencionalismos sociales. Al ver que me miraban, retiraba la mirada.

Sin embargo, con el paso de los días, eso de mirar a los ojos me fue gustando cada vez más, se convirtió en un juego para mí. Pensaba “a este le aguanto la mirada hasta que lo pierda de vista”. A medida que avanzaba “el juego” empecé a “hablar” y a “escuchar” a las personas con las que me cruzaba. Y descubrí algo maravilloso. No me hacía falta saber turco para hablar con aquella gente. Lo que en un principio era intimidante se convirtió en algo que me aportaba sensaciones nuevas y muy agradables.

Cuando llegué a Barajas, en el aeropuerto, quise seguir “hablando” con la gente con la que me cruzaba, pero no encontré más que silencio. En esta sociedad “avanzada” nuestra, en la era de las comunicaciones y de las telecomunicaciones, la gente no se mira, no habla con los ojos. La de mensajes que se están perdiendo en el silencio de las miradas.

Beatriz Lardón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

y yo buscando una alumna!ains y aqueda menos!



un saludo y animo!

anita dijo...

Qué pena que esa sensación durara tan poco. Creo que a veces las palabras son tan innecesarias... Estambul fue un paréntesis...nos dejamos llevar. Lo recuerdo así. Fue inolvidable...Besos.

Las Norias crea dijo...

Bienvenida, Anita, manuelmachadiana amiga.

Un beso y siéntete como en tu casa.